miércoles, 23 de diciembre de 2009

Marea Existencial

A veces me confundo. Hay palabras que me confunden. ¿Protocolo o hipocresía? ¿Cuál es la brecha que delimita la frontera exacta entre estos dos puntos, que como los colores se funden y llegan a confundirse en uno solo? No sé si sería fácil establecer un equilibrio que me guie por la delgada línea en cuestión. A veces me sorprende la forma en la que se manejan otros peces. Sería muy fastidioso hablar solo desde lo personal, cuando en realidad este “fenómeno” se presenta en cada vida, cada día. Cansados de que la maquina social nos arrastre y sin fuerzas como para sublevarse, ahí vamos, con el pesimismo y la rutina al hombro; tratando de convencer al otro de la buena o mala vida que llevamos: si es buena, debe ser tan buena que sea sospechosa, y si es mala tiene que superar las historias anteriores contadas por otros desafortunados en esta suerte de competencia por la existencia. Pero, ¿Te hace feliz nadar en la rutina, viendo como las mismas caras se repiten cuando deseamos que nos trague la tierra mientras se nos acerca un cualquiera a saludar?

Sin duda, en los años que sea que lleve el hombre en la faz de la tierra, si hay un aspecto de los inventados que supo desarrollar, a la perfección prácticamente, es la frivolidad y la astucia que acompaña al hombre desde que él dejo de ser él. Digo casi perfecto, porque de serlo sería imperceptible a los ojos de los que nos cansamos; y de los que lo ejercen, que no solo lo saben sino que también lo explotan. ¿Hasta qué punto conviene tirar de esta soga, que por un lado te encaja en el campo del todos, pero te saca del ambiente de uno? En el balance final creo que las mayores son pérdidas, porque tal vez el otro camino sea el más difícil y en subida, pero seguramente peor es caer en picada por este precipicio de tu propia moral. TU moral en juego, mientras perdés.

Llenar un espacio con nada, es nada más que eso, nada. Nada más parecido a la soledad en compañía. Nada más mundano que cruzarnos en este mundo. Nada más triste que lo que sabes que nunca tendrás. Nada más deplorable que ser lo que no sos, para que los demás adviertan lo que crees que ellos ven, y no. Nada más.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Fe de erratas.

Se unen los puntos, y deja entrever casi disimuladamente que está, que está ahí por más que mi pobre inteligencia humana no lo alcance a vislumbrar. ¿Que sos? Tanto tiempo tratando de buscarte y todavía sin encontrarte: maldita razón. ¿Serás una fuerza, un chispazo, un delirio de nuestra sed humana de creer que existió algo? Por el simple hecho de tener que creer que “fue” nada más que para justificar mi alucinación, para no creer que esté loca; que no todo esté hecho. Me invade una impotencia el hecho de no saberlo, por eso todavía somos inferiores, las mentes humanas todavía no están preparadas para estar al tanto. ¿Y si todo el tiempo estuvo ahí, delante de nosotros, tal vez hasta riéndose en nuestra cara? Son esos misterios del Universo que tal vez nunca se revelen. ¿Impulsado porque existe desde lo más simple hasta lo más complejo y caprichoso de la Madre Natura? Todo se puede quebrantar, pero la imaginación es un punto que tiene muy bien desarrollado. De las pocas cosas que me quitan el sueño tanto a mí, como a eruditos, científicos desesperados detrás de alguna pista que marque el punto de partida: ¿Cómo? ¿Por qué? ¿De dónde? Lo más probable es que muera y nadie lo sepa, ¿alguna vez semejante peripecia será develada? “Siete días” dirás… No, es más complejo que un “abracadabra”: ¿por qué esa necesidad de las religiones de someter hechos, sucesos extraordinarios a los simplismos de la “Fe”? Fe que te venden, fe que te engaña, fe que traiciona lo que trata de promover.