sábado, 5 de diciembre de 2009

Fe de erratas.

Se unen los puntos, y deja entrever casi disimuladamente que está, que está ahí por más que mi pobre inteligencia humana no lo alcance a vislumbrar. ¿Que sos? Tanto tiempo tratando de buscarte y todavía sin encontrarte: maldita razón. ¿Serás una fuerza, un chispazo, un delirio de nuestra sed humana de creer que existió algo? Por el simple hecho de tener que creer que “fue” nada más que para justificar mi alucinación, para no creer que esté loca; que no todo esté hecho. Me invade una impotencia el hecho de no saberlo, por eso todavía somos inferiores, las mentes humanas todavía no están preparadas para estar al tanto. ¿Y si todo el tiempo estuvo ahí, delante de nosotros, tal vez hasta riéndose en nuestra cara? Son esos misterios del Universo que tal vez nunca se revelen. ¿Impulsado porque existe desde lo más simple hasta lo más complejo y caprichoso de la Madre Natura? Todo se puede quebrantar, pero la imaginación es un punto que tiene muy bien desarrollado. De las pocas cosas que me quitan el sueño tanto a mí, como a eruditos, científicos desesperados detrás de alguna pista que marque el punto de partida: ¿Cómo? ¿Por qué? ¿De dónde? Lo más probable es que muera y nadie lo sepa, ¿alguna vez semejante peripecia será develada? “Siete días” dirás… No, es más complejo que un “abracadabra”: ¿por qué esa necesidad de las religiones de someter hechos, sucesos extraordinarios a los simplismos de la “Fe”? Fe que te venden, fe que te engaña, fe que traiciona lo que trata de promover.

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